Crónica de un concierto…diferente
Es muy poco habitual que otra persona, excepto Ibón Casas, escriba aquí. Hoy soy yo, María José Acevedo, encargada de comunicación de este proyecto social quien lo hace para hablaros de mi experiencia vivida en primera persona acompañando a Ibón durante su participación en la XV Bienal de Música de la ONCE, la primera vez en la que participan artistas de otros estilos musicales además de agrupaciones corales.
En esta edición la Comunidad anfitriona ha sido Castilla La Mancha, de donde yo soy, así que he podido estar con Ibón desde que llegó a Toledo, en un autobús desde San Sebastian con la Coral Alaia que también participaba en este evento http://www.once.es/otros/agrupaciones/alaia.html
Precisamente para difundir la Bienal de Música de la ONCE, Ibón fue invitado al programa “Estando contigo” de Castilla La Mancha Televisión. El trato fue estupendo y por ello damos las gracias a todos los profesionales, desde los guardias de seguridad, entre los que había un par de seguidores de dameTVision, hasta los presentadores, pasando por producción, maquillaje y peluquería, cámaras, técnicos de sonido, regidores, etc…Todo fueron facilidades para Ibón y Roger, su inseparable perro guía. Y eso siempre se agradece www.rtvcm.es
Un par de horas después emprendíamos viaje a Cuenca, donde Ibón actuaba junto a la Coral Allegro de Valencia. Compartíamos autobús con ellos y el viaje se aprovechó, entre otras cosas, para ensayar la pieza final del concierto que era la canción “Apaga la luz y verás”, eje central de este proyecto y de la que Ibón es autor de música y letra, como ya sabéis.
Curioso conocer cómo funciona un coro por dentro, ver como los miembros de la Coral Allegro, atentos siempre a las órdenes de voz de su director, Christian García Marco y cada uno desde su asiento de autobús, iban cantando las diferentes voces que tendrían que hacer en la actuación final junto a Ibón Casas.
Llegada a Cuenca, poco tiempo para probar sonido. A las siete de la tarde se abrían las puertas del Auditorio conquense al público para comenzar el acto media hora después.
Es increíble ver a Ibón Casas desenvolverse en un escenario, montando su equipo, colocando cables, preparando su guitarra, intercambiando órdenes con el técnico de sonido y teniendo las cosas tan claras. Claro que “este tipo” lleva en esto de la música toda la vida. Y aunque ver, lo que se dice ver, no ve mucho, su oído es más fino que el de su perro Roger. No se le escapa ná de ná, como diría él.
Apertura de puertas, el Auditorio conquense comienza a llenarse hasta que se completa prácticamente el aforo. Ochocientas personas sentadas en sus asientos y dispuestas a disfrutar durante una hora y media de un espectáculo musical, donde los artistas están unidos por una circunstancia; la mayoría son ciegos o discapacitados visuales (hay cantantes videntes como así lo exige la ONCE cuando se trata de grupos corales).
Las luces de sala se apagan, los focos iluminan la escena y el acto comienza. Un par de mensajes institucionales y a Ibón le toca romper el hielo. Le acompaño para subir las escaleras de acceso al escenario y le indico donde está su micrófono, que afianza con uno de sus pies y que será su referencia durante todo el concierto. Se presenta, dice quién es, qué hace y porqué lo hace. A partir de aquí, solo dispone de media hora para meterse al público en el bolsillo. Sus únicas herramientas son su música, el Blind Rock, y su fuerza.
Suenan temas de su primer y segundo disco “La pasta por delante” y “La justicia por detrás” respectivamente. El público se transforma poco a poco. Leves balanceos de cabeza y tímidos movimientos de hombros al ritmo de la música para terminar entregado y llevando ritmo con manos y pies haciendo que las filas de asientos se muevan por completo. Los aplausos enlazan canción y canción. El Blind Rock gusta en Cuenca ¿alguien lo dudaba? ¡Yo, no! Siempre es lo mismo…
Concluye la media hora de actuación pactada y frenética. Ibón se tira al suelo (es un buen síntoma; sabe que ha gustado y se ha gustado, a pesar de que es muy exigente consigo mismo y con los demás) y los aplausos se prolongan durante un buen rato aunque no tienen la respuesta del artista con un par de bises y no por falta de ganas. El tiempo está muy medido y hay que cumplir el programa pactado a rajatabla. Ahora le toca a la Coral Allegro de Valencia http://www.once.es/otros/agrupaciones/allegro.html
El broche final del concierto es la interpretación de la canción “Apaga la luz y verás” de forma conjunta. Los valencianos tenían las partituras desde hacía meses y habían ensayado por su cuenta. Suena la música y el coro comienza a moverse al ritmo marcado por el director, Christian García Marco.
La estampa visual es muy atractiva. Los vivos colores de las camisetas de los integrantes de la Coral balanceándose suavemente al ritmo del blind rock e Ibón en su sitio y con la seguridad que le dan los años en el escenario y ser el padre de esta canción que se ha convertido en un emblema. El auditorio vuelve a emocionarse con la letra. Los técnicos hacen guiños a la composición “apagando las luces” durante la actuación de forma aleatoria y sin perder el ritmo de la melodía, como veréis en el video que acompaña a la crónica. Mucho sentido y más en una gala de la ONCE www.once.es
Concluye la interpretación. El público en pie. Christian busca a Ibón y le lleva al centro del escenario. Se abrazan. Aplausos y más aplausos. Toca recoger el fruto del esfuerzo en forma de reconocimiento batiendo palmas. Solo los artistas conocen a qué sabe un aplauso. Este es el mejor regalo. Sus caras lo dicen todo.
Termina el concierto. Los asistentes abandonan la sala pero no se van de vacío. Se llevan una carga emocional importante de todo lo vivido que les acompañará siempre. Se apagan las luces. El escenario queda completamente vacío. Las tablas del Teatro Auditorio de Cuenca han vivido algo grande que ya forma parte de su historia, y de la Coral Allegro, de Dametvision, de Ibón Casas y de la mía.
María José Acevedo
¡Ideas, Unión y Blind Rock!